Las políticas estatales en chile desde 1900 en adelante han sido diseñadas sobre la consideración de un país urbano, un país extractivista, que depreda los recursos de un lugar para venderlos y entregar las ganancias a un puñado de personas: agua, madera, fruta, verdura, cobre y últimamente litio, todo se vende, y de eso vemos poco.

Ni el estado, ni los grupos empresariales, se preocupan de retribuir a quienes entregan la fuerza de trabajo, a quienes echan a andar la máquina o siembran y cosechan. El campo entonces, ha quedado a la merced de la explotación agrícola industrial o forestal, reduciendo la agricultura campesina, en resumen restándonos soberanía alimentaria, empeorando la calidad de vida de quienes lo habitamos.

Sin ir más lejos la educación rural ha sido fuertemente abandonada, si bien la política del «piso rural» les permitió sobrevivir a escuelas con matrículas menores a 17 estudiantes, con los años, se fueron quitando estos beneficios económicos. Además, las corporaciones educacionales, y departamentos de educación de los municipios terminaron viendo estas escuelas como una carga, más que una inversión. El derecho de la educación se convirtió en un negocio, y en el campo es aún peor.

Solo desde los años 2000 hasta el 2016, se cerraron 977 escuelas rurales. a estas se deben sumar las escuelas que están en “receso», que, para dar un ejemplo; en la región de los ríos y los lagos son casi la mitad, es decir: alrededor de 100. cabe destacar que el 87% de las escuelas operativas son catalogadas como vulnerables. Sin escuelas cercas, nuestros hijos e hijas son obligados a mudarse a la ciudad para estudiar, quedarse donde algún familiar o viajar por horas día tras día, recorriendo grandes distancias y sorteando las inclemencias del clima.

La disminución de escuelas rurales tiene estrecha relación con la manera en que el país mueve la economía y esta, a su vez con la concentración de la tierra. Es decir, empresarios o grupos económicos que son dueños, metiendo a la gran industria al campo, sin dejar espacio, ni apoyo estatal para pequeños agricultores. La economía local rural está muy subvalorada en nuestro país, en una localidad, conviven cientos de trabajos y oficios, un estrecho círculo del que profesores y profesoras, junto con las escuelas son parte.

¡Es necesario fomentar el fortalecimiento de las economías locales, incluyendo un fuerte impulso para nuestras escuelas rurales! i La niñez del campo tiene derecho a educarse en un establecimiento cercano y que atienda sus necesidades particulares!

¡ Por la defensa de la educación !